Sobre mi
Mi misión es promover la música clásica, su belleza, su profundidad y su significado oculto. Es mi deseo que toda persona interesada, no sólo los músicos cultos, puedan entender y experimentar las obras maestras de la música clásica de una forma más profunda.
La música clásica ha estado cerca de mi corazón y me ha llegado al alma desde que era niño. El hecho de ser pianista y poder interpretar las obras de los más grandes compositores me hace feliz. Cada actuación en público es siempre algo especial para mí. Me permite compartir mi yo interior con el público transmitiendo las emociones contenidas en una pieza musical. Como dijo Claude Debussy: "La música empieza donde las palabras son impotentes". Sin duda expresa sentimientos y emociones que la mayoría de las veces no pueden transmitirse con palabras. Por eso trabajar en cada pieza es tan mágico y fascinante. Porque uno tiene que adivinar esas emociones, estados de ánimo, estados psicofísicos del compositor durante el proceso creativo. Hay que intentar conseguir al menos un sucedáneo de ese estado de inspiración que acompañó al creador durante el proceso de composición. Por supuesto, esta conjetura y la construcción de interpretaciones sobre ella son, por naturaleza, subjetivas. Pero eso es lo que hace tan bello y atractivo este ámbito del arte. Cada artista interpreta una obra determinada de forma diferente, transmitiendo su propia visión de las emociones del compositor. Aquí tocamos otro aspecto de la interpretación sobre el que llevo reflexionando mucho tiempo. Cada uno siente las emociones de una manera ligeramente distinta. Cada uno experimenta la tristeza, la desesperación, la alegría, la decepción, el amor de una manera diferente... La belleza de interpretar obras musicales reside también en el hecho de que cada intérprete comparte con el oyente su propia percepción de las emociones que el compositor transmite a través de la música. Por eso, en primer lugar, uno no debe avergonzarse de sus emociones, porque sólo así puede llegar al alma y al corazón de los oyentes, compartiendo con ellos todo lo que lleva dentro. Esto es fundamental en mi vida artística. Toco para transmitir emociones, para evocar el espíritu del compositor contenido en su obra.
A menudo me encuentro dirigiendo mis propios conciertos. Lo hago sobre todo cuando actúo para un público que siente la necesidad de saber más sobre lo que está escuchando. Disfruto mucho actuando para gente que no suele ir a conciertos de música clásica, que dicen que "no saben nada de música". Esas personas escuchan con el corazón. Siempre digo que no hace falta saber música clásica para vivirla, para experimentar la magia que la acompaña, para sentir el toque de inspiración del propio compositor y, por último, para emocionarse o incluso inspirarse. Es una música muy diversa. No sólo nos relaja, sino que puede movernos a bailar, a veces incitarnos a luchar, a realizar hazañas heroicas, despertarnos el amor, la alegría, la emoción, hacernos querer ser mejores personas o simplemente proporcionarnos entretenimiento. Por eso suelo preceder mis interpretaciones con algunas frases sobre el compositor o la obra. A veces basta con saber orientar un poco la recepción de la pieza que se escucha para sentirla profundamente ¡e incluso comprenderla!
Interpretar las obras de los más grandes genios conlleva una enorme responsabilidad. Lo siento y me lo tomo muy en serio. Por eso creo que es imposible interpretar la música de un compositor determinado sin conocer los textos literarios que forjaron su personalidad, sin conocer los detalles de su vida y sin intentar ahondar de algún modo en su psique para tratar de adivinar qué tipo de persona era en realidad. A menudo, sin embargo, la música es la única forma que tiene un compositor de expresar su mundo interior, al que nadie en el exterior tiene acceso.